domingo, 28 de diciembre de 2014

La Esencia Humana de un Idealista-Américo Silva: Un Revolucionario



 No todos los hombres dejan huella en su paso por la vida. Quienes la estampan sobreviven a su muerte, es el caso de los héroes revolucionarios. Hay que conocer a ese tipo de hombres y el tiempo que les tocó vivir para comprender cómo llegaron a transformarse en luchadores sociales, capaces de arriesgar la vida por un ideal, después de transitar por largo, difícil y contradictorio proceso de conformación de una conciencia social radical. Siempre son luchadores sociales idealistas. Ni ángeles ni demonios. Visionarios, predicadores, combatientes por un mundo justo. Creyentes en su verdad. Encarnan aspiraciones del colectivo en época de cambios. No deben confundirse con los idealistas mesiánicos que terminan siendo demagogos, autócratas, falsos idealistas creadores de vanas ilusiones en las masas oprimidas. Mientras persistan las causas que propician la insurgencia de los hombres, recordar a los idealistas revolucionarios es un compromiso moral, más que un reto político. Su ejemplo no tiene que ser una invitación ahistórica a la imitación.


El movimiento insurreccional urbano y rural de la izquierda venezolana de los años sesenta del siglo pasado dejó una estela de mártires esparcidos por toda la geografía nacional. De algunos, sus restos todavía no aparecen. Muchos son hoy desconocidos. Se equivocaron. Tal vez actuaron en el lugar preciso pero no en el momento conveniente. Argimiro Gabaldón, Alberto Lovera, el «Chema Saher», Víctor Soto Rojas, Felipe Malaver, Fabricio Ojeda, Donato Carmona, Trino Barrios, Jorge Rodríguez, Tito González Heredia, Víctor Tirado, José Aquino, Jesús Márquez Finol, José A. Mendoza Ovalles y muchísimos otros luchadores sociales, fueron modelo de templanza y protagonismo combatiente.

La Lucha Armada Venezolana

Fueron tiempos de profunda crisis social y política en Venezuela. Tiempos de revolución y rebelión en gran parte del mundo. En nuestro país se confrontaban los gobiernos del Pacto de Punto Fijo (Betancourt - Leoni - Caldera) y el movimiento revolucionario de izquierda dirigido por el Partido Comunista de Venezuela (P.C.V.) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (M.I.R.). La revolución cubana encendía inusitado entusiasmo entre las masas latinoamericanas, secularmente empobrecidas y traicionadas. La Guerra Fría enfrentaba a norteamericanos y soviéticos por la dominación del mundo. Crecía la descolonización de Africa y Asía. La agitación libertaria involucraba a los ghettos negros norteamericanos, a los universitarios alemanes y franceses, a los guerrilleros urbanos suramericanos y a muchos otros brotes rebeldes. Venía el continente saliendo de las oprobiosas tiranías de un Odría, Rojas Pinilla, Somoza, Trujillo y otros autócratas y caudillos. Aquí en Venezuela se había derrocado la dictadura militarista de Marcos Pérez Jiménez, mediante una rebelión militar aliada con una insurrección civil, el 23 de enero de 1958. La esperanza por una verdadera democracia había durado el tiempo que tuvieron las cúpulas partidistas, asociadas con la burguesía nacional e internacional en apoderarse del poder del Estado. La efervescencia del espíritu de liberación mundial prendió entre la juventud izquierdista defraudada por su exclusión del proyecto democrático adeco - copeyano. El socialismo fue la bandera de la «revolución». La lucha armada fue la forma predominante de lucha política de la izquierda venezolana.

La derrota de la insurrección dejó como saldo, por el lado gubernamental, la consolidación de la partidocracia electorera, usufructuada por socialdemócratas y socialcristianos, de perversas consecuencias, que aun hoy se están padeciendo. Por el bando de la oposición, la izquierda cosechó un gran fracaso político-militar. De un pujante movimiento estudiantil, campesino, obrero, con gran arraigo en el mundo intelectual y cultural, en los primeros años de los sesenta, quedó casi anulado y profundamente desmoralizado al final de la década. Por ambos lados fue inaudito el costo de vidas humanas. La izquierda aportó la mayor cuota. Quienes le combatieron también hicieron su aporte de sangre y de vidas en defensa del régimen democrático representativo. La revolución había sido destruida. La mayoría popular se decidió por la paz y el sufragio como instrumento de lucha política.

Américo Silva: Un Revolucionario

Murió «El Flaco» Américo en un fortuito encuentro en una alcabala de una patrulla móvil de la Guardia Nacional, dedicada a labores de Protección Forestal y Preservación contra el contrabando, en la vía San Félix – El Pao del Estado Bolívar, el 31 de abril de 1972.

Intentaba obtener apoyo logístico en esa zona ajena de actividades subversivas. La guerra ya había terminado. Desde 1964 el P.C.V. había asumido la política de Paz Democrática, separándose de la insurrección armada. El M.I.R. se había dividido y subdividido, y muchos de sus dirigentes se acogieron a la política de pacificación de Caldera I (1968-1972). Mientras que, en la sociedad seguía la prédica por la paz, Américo se mantuvo en la «línea dura», en la política del foco guerrillero. Con Gabriel Puerta Aponte y Carlos Betancourt dirigía el frente guerrillero «Antonio José de Sucre», en el Oriente del país. Fue el último grupo armado de la lucha armada de los años sesenta. Ya aislados de las masas, asediados y fustigados por la política de pacificación del gobierno, Bandera Roja, brazo político de aquel frente, se negaba a reconocer la derrota militar y política, la inconveniencia de la guerra y la imposición de una realidad política dominada por el debate democrático.

Américo había sido asignado para iniciar, dos años antes de morir, la recuperación del movimiento armado en la zona del hierro (Puerto Ordaz, San Félix, El Pao). Incorporar y entrenar militantes, lograr recursos materiales y relacionarse furtivamente con el movimiento obrero, en el cual había empezado su trayectoria política en los días postreros de la dictadura perezjimenista, quince años atrás. Se había iniciado como miembro de la resistencia clandestina de Acción Democrática en esa región. Fue conductor de locomotora en la compañía norteamericana Orinoco Mining Company. Sintió en carne propia la explotación y discriminación capitalista durante aquella tiranía, cuando los obreros no tenían derechos ni posibilidades de exigirlos.

Con el ascenso al poder de «Acción Democrática (1959) creyó que había llegado la oportunidad de luchar a favor de los pobres. Arreó con febril entusiasmo y convicción la bandera de la redención social de los oprimidos del campo. Tomó en serio las entonces promesas revolucionarias adecas. Delegado del Instituto Agrario Nacional (I.A.N.) en su Estado natal, Monagas, emprende la difícil tarea de defender a los campesinos. Hoy, ancianos muchos de estos, - en las Bocas de Río Chiquito, Caripito, entre otros lugares - recuerdan cómo se dedicó en acompañarles en sus reclamos, llegando hasta distribuirles tierras de latifundistas adecos, que al fin y al cabo lograron imponer sus intereses. Lo hacía por iniciativa propia, enfrentándose a los ya conservadores dirigentes de su partido, preocupados más por garantizar el orden social y la estabilidad política del gobierno. Organizó a espaldas del partido, campamentos de jóvenes para la penetración política del campo, frente a la avizorada burocratización del partido y la omisión de combatir por los condenados de la tierra. Este comportamiento le acarreó su primera prisión. Intuía la traición del otrora partido antifeudal y antiimperialista. Los ideales del rebelde social comenzaron a sentirse traicionados. Muchos compañeros de esas primeras experiencias libertarias evocan todavía su osada conducta política frente a los politiqueros y terratenientes accióndemocratistas.

La división ideológica de Acción Democrática que daría pie a la fundación del M.I.R. (1960), representó la rebeldía de la juventud adeca contra el viraje hacia la derecha de esa organización, que aliados con el partido Social Cristiano (COPEI) se repartirían el poder por casi cuarenta años. Realizaron algunas modernas reformas sociales, económicas y culturales, pero sin atacar radicalmente las causas de la injusticia. Desfalcaron el tesoro público y dejaron agravar los seculares problemas del país. Le vaciaron a la palabra democracia su verdadero contenido social.

Américo sería un decidido fervoroso dirigente del M.I.R.. Iluminado, otra vez, por la percepción de la llegada de la hora crucial de las definiciones: «Ahora o nunca». «Ahora si es el momento de las grandes decisiones». A partir de allí fue absoluta su dedicación a la causa popular. La declaración de guerra del P.C.V. y el M.I.R. al «gobiernito» de Betancourt lo encontró en primera fila. Tomó en serio el grito de insurgencia hasta el final de su vida. En el camino muchos desertarían, pero él, como otros tantos, perseveró por sus ideales.

En los doce años dedicados íntegramente a la lucha armada, entre 1960 y 1972, dirigió guerrillas urbanas y rurales, voladuras de oleoductos, operaciones - pro fondos financieros - a bancos y a empresarios. Viajó dos veces a Cuba, regresando la segunda vez, en la invasión guerrillera de Machurucuto, Estado Miranda (1967), que el ejército emboscó, salvándose parte de los expedicionarios, gracias a la astucia campesina de Américo y otros guerrilleros baqueanos. Eran los tiempos del frente guerrillero «Ezequiel Zamora» en las montañas del Bachiller, bombardeado y destruido por las Fuerzas Armanas Nacionales, con una gran secuela de campesinos y guerrilleros torturados, desaparecidos y muertos. Él había sido uno de sus dirigentes fundadores. Asumió directamente con extremado riesgo la logística y la retaguardia, en medio del férreo cerco militar, con el apoyo de valiosos combatientes.


La Esencia Humana de un Idealista

Sacrificó proyectos personales y vida familiar. Contrajo matrimonio por poder en la clandestinidad. A pesar de las limitaciones para emprender una vida hogareña, se las arregló ingeniosamente para compartir afectos con la esposa e hijos: Argelia, Hildemar, Italo y Mao. En medio de la más férrea persecución de que fue objeto visitaba a su madre y hermanos, suponiendo acertadamente que el enemigo no lo buscaría en esos lugares. El día de su muerte lo esperaba la familia en un refugio campesino, desde donde se movilizaba hacia San Félix y Puerto Ordaz en función de la reorganización de la lucha armada.

Américo disfrutaba de la compañía de los niños. Se esmeraba en enseñarles juegos, hablarles de la naturaleza, de las cosas de la vida. Les improvisaba canciones acompañándose con un cuatro. Patética de su profunda sensibilidad es una carta que escribiese a su pequeño hijo mayor. Le invitaba a ser responsable, honesto y afectivo: «Los niños pobres de dinero como tú, tienen la tarea de ser ricos espiritualmente, ricos en amor, en cariño. El hombre estudioso y respetuoso de sus padres, tíos y abuelos, es el que merece más amor y cariño de todos los seres humanos».

La Escuela de un Revolucionario


Descendiente paterno de canarios y materno de corsos, nació el 20 de marzo de 1933 en Campo Alegre, aldea rural cercana a Aragua de Maturin, del Estado Monagas. Comerciante, ganadero y campesino el padre, Alberto Tirado, deja huérfanos a seis pequeños hijos en 1945. La madre, Marcolina Silva, asume con coraje y dignidad echar adelante a la familia. Ahora, dentro de una pobreza moderada, en medio de la extrema miseria de aquellos pequeños pueblos y caseríos del oriente venezolano de finales de la dictadura Gomecista, cuando la región ya era gran centro petrolero, Marcolina y sus hijos Alberto, Américo, Juan José, Antonio, Italo y Fernando, se compactan en un férreo núcleo familiar, dispuesto a vencer las dificultades y a no dejarse hundir en la mediocridad ni ser humillados por la pobreza. La madre hizo de padre y líder. Jefa indiscutible, marcó los pasos de los hijos con carácter, disciplina y una moral signada por la solidaridad, responsabilidad y honestidad.

Américo, aún pequeño, fue su aventajado asistente. Huérfano de padre, desde los 12 años, Américo emprende una titánica lucha por sobrevivir. Perdidos los bienes de la familia por la larga enfermedad del padre, quedándoles una amplía casa y pequeña cantidad de dinero, interrumpe en sexto grado sus estudios, igual que su hermano mayor. Los dos trabajan en cualquier oficio honesto, venden cualquier cosa licita, viajan a donde fuere para ayudar a la madre a sostener a los hermanos menores. Américo fue bedel del comedor escolar del pueblo de Aragua de Maturín - en donde se había establecido la familia y transcurrido su adolescencia, después de haberse trasladado desde el caserío de Aparicio por la enfermedad del padre-, bodeguero, albañil ocasional, comerciante de animales y vegetales que vendía en los pueblos petroleros monaguenses de gran auge económico en los primeros años de los cincuenta de la dictadura militarista. Su hermano mayor fue obrero petrolero, siendo menor de edad, luego bodeguero y también vendedor ambulante.

Mientras tanto el resto de los hermanos hacían la primaria, cooperaban en los menesteres del hogar, con el trabajo de los hermanos mayores y vendían empanadas. La madre, para redondear los ingresos, además de empanadera se desempeñaba como costurera. Apenas llegó la madurez de los primeros hermanos, la unidad familiar se consolidó bajo el liderazgo de Américo. No dejó de impulsar y hasta presionar para que todos los suyos fueran algo en la vida.

Por su iniciativa y decidido apoyo de los otros hermanos logró sacar a los dos últimos del pueblo, a pesar de los escasos recursos de obrero, y así promover sus estudios de bachillerato y universitarios. Siempre movido por el deseo de superación, desprendimiento y nobleza de sentimientos, colaboró con muchos jóvenes de la familia para que llegaran a donde la vida no se lo permitió a él.


Simón Sáez Mérida, contemporáneo, paisano, compañero de lucha y fidelísimo amigo de Américo, describe magistralmente el escenario familiar donde empezó su rebelde y humano aprendizaje: «Algunos en iguales circunstancias se deprimen, se derrumban y se hunden en la mendicidad y el servilismo. Pero esta familia reaccionaba diferente. Vivía, trabajaba y combatía dentro de una gran rebeldía y de una gran dignidad. La madre marcaba el ejemplo: febril en su lucha por la subsistencia, pero orgullosa y hasta altanera en su pobreza... Y lo encomiable dentro de ese marco de lucha y de cólera, la práctica solidaria hacia los demás. Orgullosos y desafiantes frente a los poderosos del pueblo, fraternísimos y solidarios con los débiles y humildes. No es una sensiblería destacarlo, sino la más pura verdad. Y entre el grupo resalta, y lo probó de sobras después, Américo. Todo eso era un buen indicio para el desarrollo de una conciencia solidaria, de una conciencia crítica, de una conciencia revolucionaria.»Esa fue la escuela delineadora de su esencia de luchador social que se expresó muchos años después, tras un prolongado y progresivo proceso de formación, en un guerrero revolucionario.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Diciembre es un mes para dedicárselo a la heroína de la libertad latinoamerica.

Diciembre es un mes para dedicárselo a la heroína de la libertad latinoamerica. Me refiero a la insurrecta quiteña Manuela Sáenz, pues ella vino al mundo el día 27 del último mes del año 1797 y dejó de existir el día 23 del mes once del año 1856, en el puerto de Paita del Pacífico peruano.
Manuela tuvo el privilegio de vivir los tiempos heroícos de la liberación latinoamericana. Y en estas circunstancias no se amilanó, no huyó del territorio ni se escondió, sino que la encontraremos ocupando puestos de vanguardia como partidaria de la independencia a lo largo de más de tres lustros. Cuando apenas tenía 13 años estuvo allí, al lado de los conspiradores ecuatorianos que en 1809, aprovechando las circunstancias críticas por las que pasaba la monarquía española, cuyos miembros principales, Carlos IV y Fernando VII, habían sido depuestos y apresados por Napoleón Bonapare y enviados fuera del territorio español, se atrevieron a conformar una junta de gobierno autonomista integrada por criollos adinerados. Esta acción fue poco tiempo después ahogada en sangre por las tropas españolas enviadas a Quito desde Bogotá y Lima por los virreyes gobernantes en esas jurisdicciones. Todos los hechos ocurridos en esa ciudad por esos días los vivió y sufrió Manuela. Los fusilamientos de los comprometidos, las confiscaciones de bienes, los saqueos, las expulsiones de los sospechosos a otras ciudades, los encarcelados, las muertes, la sangre derramada.
Desde ese momento Manuela se hizo revolucionaria. Desde aquellos acontecimientos descubrió su destino, su vocación, su sino glorioso. Dice sobre este asunto, Alfonso Rumazo, el mejor biógrafo de la linda quiteña:
"Desde este mes de agosto (1809) Manuela no se libertará ya nunca de cuatro puntos que informan su existencia: ser libre, libérrima en cuanto a moral; amar con delirio u odiar en el mismo grado; ser rebelde, revolucionaria, belicista, tempestuosa; entender la vida a lo grande y conformar todos los actos a esta actitud elevada, en la cual, por otra parte, vienen involucrados todos los desprendimientos y aun todas las generosidades"
(1979; 37).

Especial Manuela Sáenz:




Y para arribar a esta toma de posición no tuvo que esperar conocer a los grandes héroes de la libertad suramericana: Bolívar, Sucre, San Martín, Urdaneta; no fue necesario que recibiera el poderoso influjo de los Eternos Históricos latinoamericanos para ser lo que fue, pues en verdad ella brilló con su propia lumbre. Su personalidad se aquilató y asumió contornos definitivos, con las cualidades de las que hizo gala en su ciudad natal, además de Lima, Chuquisaca, Bogotá, mucho antes de relacionarse con los libertadores. Su rebeldía, inconformidad, independencia, osadía, recio carácter, valentía fue consustancial a su personalidad. Por eso huyó del convento donde su padre la recluyó para tapar así la procedencia incestuosa de la hija. Por misma razón desertó de la unión matrimonial, negociada por su padre, con su esposo el negociante inglés Jaime Thorne. Y se juntó con Simón Bolívar por que encontró en él a su gemelo en carácter, inteligencia, energía, voluntad, pasión, ansias libertadoras, deseos de gloria. Decía ella misma al respecto:
"creo que esto de ser patriota me viene más por dentro de mi misma que por simpatía"
(Manuela. Diario de Quito. 1822).
De manera que cuando Bolívar la conoció, en junio de 1822, era ya Manuela una mujer con un pensamiento político bien definido y maduro. Tanto es asi que a comienzos del año 1822 será condecorada por el general San Martín con la Orden "Caballeresa del Sol", otorgada a ella por sus servicios a la libertad y a la patria. Tenía entonces 24 años y sus atributos físicos estaban muy bien contorneados. Alguien que conoció a la Libertadora, impresionado por su belleza, narra del siguiente modo su encuentro con ella:
"Nos recibió una de las damas más hermosas que recuerde haber visto en ese tiempo: de rostro color perla, ligeramente ovalado; de facciones salientes, todas bellas; ojos arrebatadores, donosísimo seno y amplia cabellera, suelta y humeda, como empapada en reciente baño, la cual ondulaba sobre la rica, odorante, vaporosa bata que cubría sus bien repartidas formas".
Tenía entonces Bolívar razones más que suficientes para quedar embrujado por aquella dama de sobresalientes atributos y para rendirse a sus encantos. Fueron seis años de amores ardientes, arrebatadores, desenfrenados. Pero, es bueno recalcar que a ellos dos los juntó además del atractivo físico mutuo, la pasión libertadora. Veamos lo que a este respecto escribe la bella quiteña. En carta a Bolívar de 1824 dice:
"las condiciones adversas que se presentan en el camino de la campaña que usted piensa realizar, no intimidan mi condición de mujer. Por el contrario, yo las reto (…) Usted siempre me ha dicho que tengo más pantalones que cualquiera de sus oficiales (…) ¿Me lleva usted? Pues allá voy. Que no es condición temeraria esta, sino de valor y de amor a la independencia"
(16-06-1824).
Y en otra de 1825 reitera:
"No hay que burlarse del destino, pues nos dio la oportunidad de encontrarnos, nos dio la oportunidad de vernos e intercambiar opiniones de aquello que nos interesaba, de la causa patriota"
(03-05-1825).
Por su parte Bolívar, en el Diario de Bucaramanga, se refiere a Manuela en los siguientes términos:
"No, no hay mejor mujer. Ni las catiras de Venezuela, ni las momposinas, ni las … Esta me domó. Sí, ¡ella supo cómo! La amo. ¡MI amable loca! Sus avezadas ideas de gloria; siempre protegiéndome, intrigando a mi favor y de la causa, algunas veces con ardor, otras con energía (…) mujer excepcional, pudo proporcionarme todo lo que mis anhelos esperaban en su turno (…) arraigó en mi corazón y para siempre (…) Nuestras almas siempre fueron indómitas (…) de mujer casada a Húzar, secretaria y guardián celoso de los archivos y correspondencia confidencial personal mía. De batalla en batalla, a teniente, capitán y por último, obtenido con el arrojo de su valentía, coronel. ¿Y qué tiene que ver esto con el amor? Nada."
Y en otra oportunidad escribió en iguales términos:
"Ella es también Libertadora, no por mi título, sino por su ya demostrada osadía y valor, sin que usted y otros puedan objetar tal. [...] De este raciocinio viene el respeto que se merece como mujer y como patriota"
(p. 146).
Además, las ideas políticas de Manuela eran tan avanzadas como las de cualquiera de los mejores oficiales patriotas. Al igual que el Libertador defendía el concepto de la gran patria americana. "Seré todo lo que quiera, decía en respuesta a un manifiesto anónimo en su contra que circuló en Bogotá, lo que sé es que mi país es el continente de la América y he nacido bajo la línea del Ecuador". También, respaldaba con sólidos alegatos la participación activa de las mujeres en las acciones por la causa independentista. Sobre ello arguía:
"Los señores Generales del Ejército Patriota no nos permitieron unirnos a ellos; mi Jonothás y Nathán sienten como yo el mismo vivo interés de hacer la lucha, porque somos criollas y mulatas, a las que nos pertenece la libertad de este suelo...
(p. 117).
Y primero que Bolívar, propuso la creación de la república de Bolivia para así solucionar el impasse que por el territorio del Alto Perú mantenían los gobiernos del Perú y del Río de la Plata. Al respecto escribió (29-02-1825), todo un tratado de filosofía política, dirigido al propio Bolívar, quien inicialmente estaba en desacuerdo con la creación de la nueva república. Veamos a continuación parte de este magistral escrito salido de la exquisita pluma de la Libertadora. Dice ella:
"He recogido de usted la necesidad de encontrarle solución política a las diferencias que mantienen los patriotas de Lima y del Río de la Plata. En medio de ellas, están las provincias del Alto Perú, primeras en levantar las banderas de la libertad y las que mayor dificultades están debiendo sortear para alcanzarla. La posición reflexiva del General San Martín en Guayaquil hace tres años, fortalece la necesidad de resolver la situación del Alto Perú con un estatuto político que le faculte a desarrollarse, respetando la decisión que le han hecho saber con insistencia y firmeza sus representantes. Por eso resulta injusta la airada comunicación que le hiciese llegar al General Sucre por la convocación a los diputados del Alto Perú a discutir su destino.


"Si usted escucha la voz de su experiencia, desde Charcas, La Paz y Potosí, será más fácil establecer una relación positiva con V.E., que desde otras ciudades que mantienen algunas dificultades para resolver sus propias diferencias. Pero, y lo más importante, permitiría la construcción de un nuevo Estado en el que usted podría, desde el inicio, desarrollar la fuerza de la libertad sin las mezquindades que enfrenta permanentemente en la Gran Colombia. Esta república podría servirle para plasmar en ella los modelos democráticos tan caros a sus sueños y alejar las insinuaciones que rechaza tan airado cuando pretenden cambiar su condición de ciudadano por otra similar a la que termina de vencer.

"Un pueblo agradecido con su espada y su voluntad de usted, puede ser el abono más extraordinario para que fortalezcan la justicia y las instituciones republicanas. He recogido de manera reservada algunas opiniones de la gente que le es fiel, y comparten el entusiasmo de ver nacer un estado con su nombre que tenga de usted el amor irrefrenable por la libertad.



"Por eso le he puesto tanto empeño a esta encomienda que nadie me dio pero le pertenece, de dar nacimiento al fruto de mi entrega y que sobrevivirán nuestras vidas perpetuando su nombre. Permítame ayudar a multiplicar la libertad y juntos habremos logrado procrear una hija, que sólo usted y yo, sabremos es el producto de este sentimiento que desafía la barrera de los tiempos".
Pero para Manuela, su pasión desenfrenada por la libertad y por Simón Bolívar, será el origen de su desgracia. Su espíritu libérrimo además de su condición de compañera de Bolívar le creó enemigos en la poderosa clase política y propietaria en las ciudades donde vivió. Por esto fue que después de fallecido el Libertador, en diciembre de 1830, y al quedarse ella sin la protección del Gran Caraqueño, se encontró rodeada de hombres y mujeres hostiles a sus principios y carácter, que esperaban una oportunidad como la que ahora se les presentaba para saciar sus bajas pasiones. Será entonces acosada, perseguida, maltratada, encarcelada y finalmente expulsada de Lima, Bogotá y Quito. Los actores de tal vileza fueron los enemigos del Libertador, los que intentaron asesinarlo en la capital de Colombia, en 1828, y los que en Venezuela lo declararon persona no grata. Esos enemigos lo constituían, tal como nos dice Liévano Aguirre,
"La plutocracia granadina, los terratenientes mantuanos de Venezuela, la oligarquía de mercaderes y agiotistas de Buenos Aires, los pelucones de Chile, la aristocracia peruana" (2006: 12),
Los mismos que, en relación con el proyecto de independencia latinoamericana, solo tenían el mezquino interés de convertir las antiguas divisiones administrativas de la colonia en pequeñas republiquetas, configuradas a su imagen y semejanza, y gobernadas por los miembros de su clase.
Serán esos años de 1830 en adelante, años de doloroso calvario los sufridos por Manuela Saénz. Poderosos enemigos se ensañaron contra ella, los mismos enemigos de la Gran República, de la unidad latinoamerica y del legado independentista de Bolívar. Verá entonces pasar los días, aburrida, confinada en ese puerto triste y desolado de Paita, sin muchos libros que leer, sin nadie con quien entablar alguna conversación de interés, sin un hombre a quien querer, sin amistades con las cuales desahogarse, casi en la indigencia, asistida apenas por sus fieles compañeras Natán y Jonotás. Paita era en verdad una localidad de una sola calle, con casas a ambos lados, fabricadas de techo de palma y paredes de barro, además de un muelle donde de cuando en cuando arribaba alguna embarcación.
Al dar comienzo a esta vida de desterrada tenía manuela apenas 33 años, es decir, estaba en un momento cuando todas sus cualidades de mujer se encontraban en pleno esplendor. Por esta circunstancia se le hizo mucho más difícil soportar la situación que en adelante se le avecinaba. En su Diario de Paita grita en cada palaba el hastío, la desazón, el tedio, que le producía su confinamiento en el lugar.
"Han pasado ya varios años, relata, y sólo he visto miserias, pobreza, epidemias, susto de los peruanos (cobardes) que se alegran de la desgracia ajena. Un puerto que sólo da lástima, donde el entorpecimiento está a la orden del día (…) Escribo a mis familiares en Quito y nadie contesta. No tengo a nadie. Estoy sola y en el olvido. Desterrada en cuerpo y alma, envilecida por la desgracia de tener que depender de mis deudores que no pagan nunca (…) De reina de la Magdalena a esta vida de privaciones. De Caballeresa del Sol a matrona y confitera; de soldado Húzar a suplicante; de coronela del ejército a encomendera".
A comienzos de noviembre de 1856 un marino, enfermo de difteria, desembarcó en Paita. La enfermedad se regó rápido entre los pocos pobladores del lugar y llegó a la modesta casita donde residía la Libertadora. Murió el día 23 de ese mismo mes. Sus restos fueron lanzados a una fosa común y los pocos objetos que la acompañaron durante sus largos años en el lugar, entre los cuales estaba su correspondencia con el Libertador, fueron convertidos en cenizas por la pira común, que durante varios días ardió, alimentada por los numerosos objetos pertenecientes a los muertos, víctimas de la epidemia.
Luego de fallecida, de la misma forma que la maltrataron en vida, los que escribieron sobre ella, los plumíferos al servicio de propietarios y gobernantes, cumplieron la tarea de denostarla para así enterrarla por segunda vez. Para estos, los autores de la historiografía oficial positivista, fue Manuela simplemente "la amante del Libertador".
En nuestro país, Venezuela, el trato dado a ella fue idéntico, basta leerse los denuestos proferidos en su contra por el historiador Guillermo Morón, Presidente de la Academia Nacional de la Historia durante muchos años. Pero esto fue así hasta que apareció por Miraflores el Arañero de Sabaneta, pues "el comandante llegó y mandó a parar". Chávez ordenó dar un vuelco a la historiografía y colocar a la Libertadora en su justo lugar, reconociéndola como lo que en verdad fue: la más extraodinaria mujer nacida en este continente. Desde entonces ondea por nuestra tierra y el resto de América Latina, junto a la espada de Bolívar, el sable de la Caballeresa del Sol. 

viernes, 26 de diciembre de 2014

26 DE DICIEMBRE DÍA MUNDIAL CONTRA EL USO INDISCRIMINADO DE AGROQUIMICOS

El Movimiento Campesino Jirajara hace esta denuncia de suma gravedad en alerta a los pueblos del mundo de la grave situación que se esta viviendo con los agroquímicos que usan las transnacionales aqui en Venezuela con el uso indebido y descarado de venenos que a la larga estan causando enfermedades en la población, y usando de mala forma en alimentos tan comunes como el Tomate, cebollas, papá, pimenton, zanahoria y otras hortalizas.


El Presidente Chávez por novena vez en actos públicos, en mítines, en reuniones con internacionalistas, en su habitual programa Alo Presidente de manera directa le ha dicho No a los Transgénicos. Ahora se pronuncia contra los usos de agrotóxicos. En efecto, en la inauguración del Centro Genético Florentino el pasado 18 de Agosto en Barinas, el Presidente Chavez junto a un centenar de productores y sus Ministros de Defensa, Agricultura, Ciencia y Tecnología, Alimentación y Economía Popular, expreso la necesidad de trabajar la agricultura sin el uso de agroquímicos. Enfatizo el Presidente, “No al uso de agroquímicos en este Centro Genético”. Donde se tiene programado la inseminación de unas 600 mil novillas y el cruce del ganado Brahman con Carora, que dentro unas tres generaciones de bovinos resultarían en una raza conocida como Florentino. 

Razón tiene el Presidente Chávez en exigir se cambie la manera de producir sin el uso de agrotóxicos. Expliquemos porqué? Es de más conocido por nosotros que nuestra agricultura presenta serias deficiencias energéticas en sus componentes de producción implicando diversos problemas de orden tecnológicos en los sistemas productivos, obteniendo severos agravios ambientales, lo cual repercute en nuestra salud pública. Además de este corolario de problemas, la otra importante razón que subyace y que motiva a no producir alimentos con “agrotoxicos” es que ellos, constituyen la base de al producción de los alimentos transgenicos. Se entiende que la lucha en contra este tipo de dominación agroalimentaria lleva también implícito la lucha contra el uso de los agroquímicos como fertilizantes, herbicidas e insecticidas, producidos y controlados por las empresas trasnancionales. Allí se encuentran las bases científicas y técnicas de la génesis y evolución de los alimentos genéticamente modificados. Allí también persiste la sujeción científica y tecnológica de nuestra agricultura nacional aflorando la contradicción principal de la misma. 

Los Ministros deben haberlo entendido que además de ser un mandato constitucional, el devenir revolucionario agrícola tiene tarde o temprano que superar las contradicciones expresas entre los modos y medios de producción, formulado por los distintos ideólogos del socialismo para poder liberarnos de tantas viejas ataduras tecnocraticas y avanzar definitivamente en una ciencia propia de nuestras condiciones tropicales.

Dicho de otra manera: Agrotóxicos-Transgenicos enfrentados o ser definitivamente sustituidos por los Preparados Biológicos-Suelos Agroecológicos. Se exige darle un vuelco estratégico a las razones estructurales de la agricultura nacional. 


Avanza la Agroecología en Venezuela? 

Como en otros espacios productivos nos presentan y como fue ampliamente debatido en el II Segundo Seminario Internacional de Politicas Publicas en Ciencia y Tecnología para la Transformación Social; es de interés destacar, que la crisis de los agrotóxicos y transgénicos la conjugan como una crisis más de la ciencia; de la ciencia agrícola; una crisis estructural-energética, teniendo como la razón y sustitución, en el nuevo paradigma científico y técnico fundado en la agroecología. Negarse asumir la evolución histórica de la nuevas ciencias del agro que implican el avance de la propuesta agroecológica, es también negarse abrir los nuevos espacios exigidos para acercarnos a debatir las autenticas políticas agroalimentarias que nuestra revolución exige. La agricultura nacional se encamina hacia un proceso de transición, discutir, programar y accionar en diferentes espacios y distintos niveles del conocimiento y la producción es el mandato único e inmediato para avanzar es nuestra autentica revolución agroalimentaria. 


Destacamos; en distintos espacios productivos a nivel nacional, en Mérida, Barinas, Trujillo, Lara, Falcón y Portuguesa en los últimos cinco años el IPIAT ha sensibilizado 4137 productores en prácticas agroecológicas, de quienes se percibe que 711 están haciendo uso de dichas técnicas. Cifras que debemos evaluar, constatar y sistematizar sus despliegues. 

Estos productores además de avanzar en un natural proceso de transición hacia la consolidación de la agricultura sustentable como lo establece nuestra Constitución Bolivariana; no han recibido apoyo del Gobierno Revolucionario y otros productores se han negado ante la ineficiente política crediticia de Fondafa, aceptar “Agrotóxicos” un sus paquetes tecnocrediticios. 

Así mismo, como en otras latitudes se viene reflejando entre distintos movimientos sociales, la agroecología en su esencia libertaria nos conduce a ensamblar nuevos tipos de políticas para la agricultura y los diversos sectores agroalimentarios. Afirmamos tal aseveración, por cuanto la construcción de dichas políticas, parten desde las bases campesinas y productores entre un conjunto acciones sociales y productivas emprendidas en un delimitado lugar, espacio e interés comunitario construidas colectivamente. Allí radica el sentir y accionar de las nuevas políticas públicas para el sector agrícola. Es aquí donde se encuentra, el verdadero protagonismo por legitimar la nueva agricultura que necesitamos para nuestro país, creadas y forjadas desde abajo, en y con las bases productivas y su accionar revolucionario. Es tarea del gobierno revolucionario alcanzar y apoyar sostenidamente las tantas iniciativas que vienen en camino para enriquecer y fortalecer el programa o propuesta de transición que se ensambla. 

"Menos mal que existió Mao Tse Tung",




La revolución de un hombre (Mao Tse-Tung)


Hace 121 años(26 de diciembre 1893), Shaoshan, una ciudad de la provincia de Hunan, ubicada al sureste de China, vio nacer a Mao Tse Tung, el hombre que, apenas 56 años después, diera a su propio pueblo el mejor de logros: la independencia y soberanía del país asiático.

Mao Tse Tung fue el líder de la Revolución China y timonel de grandes rebeliones que abrieron las puertas para la fundación de la actual República Popular China, la primera potencia económica del mundo, en términos del Producto Interno Bruto (PIB).


"Menos mal que existió Mao Tse Tung", expresó el comandante Hugo Chávez, en noviembre de 2011, durante el cierre de la décima comisión mixta China-Venezuela, al tiempo que destacó una de las premisas fundamentales del líder asiático: la lucha contra el despilfarro, el capitalismo y la desigualdad, desde la clase obrera.

Nacido en una familia campesina humilde, Tse Tung se vio en la necesidad de trabajar desde muy joven en las tierras de sus padres, tiempo en el que descubrió que el campesinado y la clase obrera debía convertirse en la fuerza motriz de la Revolución China, que años más tarde lograría concretar.

Con la causa clara, Tse Tung se incorporó al Ejército de la nación, donde comenzó a construir las bases de un liderazgo que se mantiene vigente no solo en China, sino en el mundo entero.



Impulsado por los planteamientos de Karl Marx y Vladimir Ilich Lenin, el líder chino colaboró en la fundación del Partido Comunista de China en 1921, espacio desde el que iniciaría un proceso de trasformación social y económica.

Desde el partido, Tse Tung se acercó mucho más al pueblo e ideó mecanismos para impulsar el intercambio comercial y cultural de China.

Los grandes cambios que trajo su Revolución atrajo a grandes enemigos que pretendieron acabar con su vida. Tse Tung fue mandando a fusilar por el Partido Nacionalista Chino, cuyo líder era Chiang Kai- Shek, pero su astucia le permitió salir ileso.

El líder chino enfrentó duros combates, de donde desarrolló estrategias de batalla y un Ejército que le respaldó y siguió como único líder.

Tras varias batallas ganadas, nace la República Soviética China, lo que luego, el 1 de octubre de 1949, pasaría a ser República Popular de China, nación que presidió desde 1954 hasta 1959.


La fundación de la nueva China permitió acabar con una sociedad colonizada y marcó la victoria revolucionaria sobre el imperialismo y el feudalismo en esta nación.

Mao Tse Tsung fue desde sus inicios en el mundo político un líder indiscutible y su ideología perdura en el tiempo y en el pueblo de la ahora primera potencia económica mundial.

El líder de la Revolución China murió el 9 de septiembre de 1976 en Pekín, a los 83 años de edad. Sus restos reposan en el mausoleo de la Plaza Tiannanmen, de la capital.

martes, 23 de diciembre de 2014

El Grupo de los 77 países en desarrollo y China (G77) expresó hoy su "firme rechazo a las sanciones unilaterales impuestas" por EEUU contra Venezuela y pidió derogarlas, informó hoy el presidente de Bolivia, Evo Morales, cuyo país tiene la presidencia temporal de ese grupo.


. "El Grupo de los 77 más China reitera la urgente necesidad de abrogar dicha medida legislativa asumida contra Venezuela, que socava la carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, en particular los principios de no intervención en los asuntos internos y la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos", señala el texto leído por Morales. Asimismo, según el mandatario boliviano, el G77 y China expresa su solidaridad y apoyo al Gobierno venezolano frente a lo que considera "violaciones del derecho internacional que no contribuyen de ninguna manera al espíritu de diálogo político y económico y el entendimiento entre ambos países".